Cada mañana, Hermo Hernán Antilef agradece al creador por la salud y la vida de las personas en la comunidad de Teodoro Schmidt, donde comienza el sur de Chile, la región más empobrecida del país. Da gracias sobre todo, por su esposa, su hijo y sus dos hijas. La mayor es enfermera, el chico es electricista y la menor está en casa estudiando en línea como consecuencia de la pandemia, con limitaciones de conectividad. Ella representa una de las problemáticas que se han profundizado con la COVID-19: la brecha digital. “Como que somos los últimos”, dice Hermo.
Él considera que el Estado chileno solo les da lo que sobra y no lo que necesitan. “Las Comunidades Indígenas en Chile siempre han sido abandonadas. No tenemos un reconocimiento real, solamente se dice que existen pueblos originarios, pero no nos dan la validez que realmente tenemos”.