Rosabel Villalba Soto y Edil Zenteno Flores viajaron una hora y diez minutos desde Timboy Tiguasu hasta la ciudad de Yacuiba, Bolivia, para hablar sobre su comunidad y el proyecto para mejorar su seguridad alimentaria en el que participan. Hasta hace poco más de un año, esa distancia era la que recorrían cada vez que necesitaban verduras. Durante la entrevista, Kiara, su hija de 4 años, alternaba entre los brazos de mamá y papá.

Timboy Tiguasu es una de las cerca de 25 capitanías guaraníes en el Chaco Boliviano, una región árida subtropical en el sudeste del país. Ubicada en el municipio de Yacuiba, en la provincia del Gran Chaco del departamento Tarija, es el hogar de unas 21 familias, entre 70 y 80 personas. La mayoría de sus habitantes se dedica a la agricultura y se identifican como guaraníes, aunque el español es el idioma más hablado.

Rosabel y Edil están casados. Además de ser agricultores, los dos son líderes en Timboy Tiguasu. Edil porta orgulloso el título de Mburuvicha (capitán, hombre o mujer), autoridad máxima de la comunidad, cargo que ocupará por un máximo de dos años antes de volver a someterlo al voto, y que describe como una mezcla entre líder y profesor.

Rosabel es presidenta del grupo de mujeres que trabaja en un proyecto que busca la mejora de la vida, la seguridad alimentaria y la nutrición de la comunidad. Desde abril de 2019, este grupo, con el apoyo técnico del Centro de Estudios Regionales para el Desarrollo de Tarija (CERDET) y el acompañamiento del Foro Internacional de Mujeres Indígenas (FIMI), con el apoyo financiero del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) a través de su Fondo de Apoyo a los Pueblos Indígenas (IPAF), se ha encargado de construir huertos familiares y comunales. El proyecto se lleva a cabo con el aval de la Asamblea del Pueblo Guaraní de Yacuiba y se articula además en otras dos comunidades del municipio: Pozo del Anta y Yaguacua. En total, participan alrededor de 59 familias.

La construcción de huertos familiares comenzó en 2019 y poco a poco ha permitido a la comunidad cosechar más cantidad y más diversidad de productos: al maíz, el maní y el frijol, se sumaron hortalizas como lechuga, cebolla, repollo, rábano y remolacha. “Ha sido un año muy crítico. Gracias a Dios ya teníamos el huerto familiar. De ahí es que hemos consumido las verduras, ya no necesitábamos ir al mercado a comprarlas, las teníamos nosotros”, dice Rosabel. Los huertos han sustituido los viajes al mercado y los gastos del traslado.

El proyecto, además de la construcción de los huertos, incluye un acompañamiento técnico para solucionar algunos de los problemas que enfrenta la comunidad. La sequía es una de las grandes preocupaciones de Edil y Rosabel. En Timboy Tiguasu solo hay un pozo para toda la comunidad. Fuera de eso no hay cuerpos de agua cerca para los cultivos. Las lluvias son escasas. La asistencia técnica enfatizó el desarrollo de técnicas de riego, como el riego a goteo y por aspersión, utilizando materiales que ya estaban en la comunidad.

Ahora que los huertos familiares están casi todos terminados, el proyecto se centra en la construcción del huerto comunal. El final de las actividades está previsto para noviembre de 2021. Aún quedan por realizar varios talleres de capacitación y que se entreguen contenedores de agua para abrir un frente más en la lucha contra la sequía.

Para Edil y Rosabel los huertos comunales abren la posibilidad para que los jóvenes se involucren: "Será bueno cuando ya no estén los mayores. Los jóvenes van a seguir trabajando. Ellos van a tener el conocimiento".

La alimentación y la economía de los habitantes de esta localidad ha mejorado a raíz del proyecto, dice la pareja de líderes. Para ellos una de las grandes enseñanzas ha sido cultivar la tierra sin dañarla. “Nosotros cuidamos la tierra porque ella nos da la vida, de ella vivimos. Lo justo es cuidar la tierra de regreso”.